11 de octubre. Día mundial del dulce de leche
11/10/2024
Guillermo Ibarra
El 11 de octubre se celebra el Día Mundial del Dulce de Leche: un manjar argentino que se elabora cociendo la leche con azúcar a altas temperaturas durante varias horas, hasta que el líquido se evapora y el azúcar se carameliza. La efeméride se creó en el año 1998, por iniciativa del Centro Argentino de Promoción del Dulce de Leche y Afines, con la finalidad de reconocer a esta delicia como Patrimonio Cultural Alimentario y Gastronómico en varios países como Argentina y Uruguay. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), en la Argentina se producen más de 100 mil toneladas de dulce de leche por año.
Reconocido en 2002 como “Patrimonio Cultural, Alimentario y Gastronómico de la Argentina”, el dulce de leche es el cuarto producto lácteo más consumido en el país luego de la propia leche, el queso y el yogurt. Cada argentino consume, en promedio, más de tres kilos al año, uno de los volúmenes más altos del mundo; y, e 2023 la categoría registró un crecimiento de 18% en el país con relación a 2022. Por su versatilidad y sabor, el alto consumo también se debe a que es un ingrediente importantísimo en la repostería, así como en la producción de helados.
En Argentina se dice que el dulce de leche fue descubierto accidentalmente: según versiones, el 11 de octubre de 1829 el general unitario Juan Lavalle visitó la estancia que el federal Juan Manuel de Rosas tenía en Cañuelas, para sellar un pacto de paz. Mientras la criada de Rosas estaba preparando la “lechada” –una mezcla de leche caliente y azúcar que su patrón usaba para tomar mate– Lavalle, que había llegado temprano a la reunión, se acostó en la cama del referente federal para descansar, ya que el dueño de casa aún no había llegado a la estancia. Cuando la mujer–que desconocía la presencia de Lavalle en la estancia– entró al dormitorio de su patrón, se asustó por la presencia del militar unitario y salió corriendo por ayuda, olvidándose la leche con azúcar en el fuego. A su regreso la estancia se encontró con una gran sorpresa, al descubrir que la mezcla, lejos de carbonizarse, se había convertido en una especie de jalea de color marrón. Según la leyenda, cuando Rosas volvió a su casa quiso probar este descubrimiento y quedó encantado.