Fútbol. Italia 90. A 30 años del famoso bidón que le dieron a Branco
24/06/2020
Guillermo Ibarra
La RAI cerraba su transmisión con el resumen de cada jornada del Mundial de Italia. Ese domingo 24 de junio de 1990, además del 2-1 de Alemania-Holanda, un partido con mucho trabajo para Pichi Loustau (el papá de Patricio echó a Frank Rijkaard y a Rudi Voeller a los 22 minutos del primer tiempo y le dio un penal a los germanos), proponía repasar el clásico sudamericano. Todo era éxtasis en la concentración de la Argentina, ya en cuartos de final. Y en la sobremesa de la cena, los jugadores se dispusieron a revivirlo y gozarlo: los tiros en los palos, los revolcones de Goycochea, la magia de Diego y la definición de Caniggia que se vuelve a gritar al unísono, mientras el DT brasileño sigue hablando de ese hecho de 30 años atrás.
No todos en el grupo sabían de la maniobra debidamente craneada para ver si se podía sacar algún tipo de ventaja ante un rival que era candidato a ganar el partido y la Copa. Incluso, casi se cobra a uno de los de celeste y blanco. La trampa sucedió a los 39’07» del primer tiempo. Ricardo Rocha bajó a Troglio, al que debieron ingresar a atenderlo. Mientras el doctor Madero trabajaba su rodilla, el masajista Miguel di Lorenzo, el famoso Galíndez, repartía agua en botellones separados por colores. Cuando el Vasco Olarticoechea agarró uno verde y tomó, escuchó el grito de advertencia de Diego. Y escupió lo que había llegado a ingerir.
Minuto 39 del primer tiempo. Mientras atendían a Troglio, Giusti le convidó agua a Branco, en el duelo entre Argentina y Brasil, por los octavos de final del Mundial de Italia 90.
Troglio miraba sin entender. Galíndez le cambió el frasco por uno trasparente. La atención se estiraba para descansar de la tromba amarilla. También hacía calor esa tarde de verano en Turín. Y Branco se acercó a pedir agua. Podría haber sido cualquiera de los de amarillo, pero se arrimó quien justo era el encargado de los tiros libres y de esquina de Brasil. Giusti le convidó de un bidón verde y le dio charla. El defensor tomó y también se refrescó la cara. Y el partido siguió su curso. Al minuto, otra vez, patada de Alemao a Maradona y la misma pantomima: entra Galíndez, Basualdo bebe de una botella trasparente y Burruchaga agarra una verde y simula tomar pero no lo hace. Branco relojea la heladerita del masajista. El Gringo se antepone en su camino. La maldad ya estaba hecha.
Por años, ni Bilardo ni Galíndez se hicieron cargo. Tampoco ninguno de los jugadores. Hasta que Maradona, en diciembre de 2004, en una visita al programa Mar de Fondo (TyC Sports) le puso exactitudes al mito: «Nunca sufrí tanto en una cancha como en ese partido. No podíamos cruzar la mitad de la cancha. Ellos llegaban siempre antes que nosotros, que escuchábamos, pim, pum, ruido de palo, de travesaño, Goyco iba de acá para allá. El único que no llegaba era Branco. En la barrera me miraba y me decía: ‘Diego, vos tenés la culpa’. Cuando algunos fueron a tomar agua, casi la toma Olarticoechea. Yo le dije: ‘¡¡Noooo, Vascooo!! ¡De ese nooo!’. En cambio a Valdo le decía: ‘Andá, Valdito, tomá que hace un calor bárbaro’. Y después vino Branco y se la tomó toda… Luego Branco tiraba los tiros libres y se caía». El capitán, entre risas, aceptó que el agua tenía un potente sedante: «Alguien picó Rohypnol y se pudrió todo…».
Galíndez debió improvisar una conferencia de prensa y se defendió: «No le di nada a Branco ni a ningún jugador de Brasil. Del mismo bidón tomaron Giusti, Burruchaga… Y no les pasó nada. Y a vos, Branco, te digo que, si saliste mareado de tu vestuario, ¿qué culpa tengo yo? Si te llego a dar veneno, no terminás… Fue una broma de Diego».
Créditos: Olé