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Caramelos de alfalfa. Los chilenos se vinieron a San Juan

Guillermo Ibarra

“La alfalfa producida en Chile es considerada una de las alfalfas de más alta calidad en proteínas del mundo y es reconocida por su color verde intenso. Esto se debe principalmente a las condiciones climáticas y geográficas de nuestro territorio”, afirma la presentación de la firma Forrajero, nacida en 2017 y dedicada a la elaboración de cubos de alfalfa, una suerte de caramelos proteicos para la alimentación de los caballos.

Pero se nota que la alfalfa argentina no se queda atrás, pues sin demasiadas tierras disponibles en su país, este grupo chileno se ha instalado también en la provincia de San Juan, donde recibe alfalfa de una vasta región del país: los rollos y fardos llegan a la fábrica desde San Luis, Córdoba, Mendoza y la propia San Juan, donde lamentablemente se están erradicando muchos viñedos y frutales, y se los reemplaza muchas veces por esta opción forrajera. Se estima que ya hay cerca de 1.500 hectáreas de alfalfa en dicha provincia cuyana.

En la fábrica, montada en un viejo hangar lindero al aeropuerto local, se procesan esos fardos para poder exportarlos hacia el vecino país. El Servicio Agrícola Ganadero (SAG) chileno, debido a las precauciones sanitarias para evitar el ingres de aftosa, prohíbe la importación de alfalfa sin procesar. Pero estos simpáticos pellets -de unos pocos centímetros de largo- se han calentado a más de 70 grados centígrados, así que no implican riesgo de presencia del virus.

Por eso la instalación de Forrajero en San Juan a partir de febrero de 2020: cerca de algunas zonas de producción de alfalfa pero también cerca de la frontera.

El proceso industrial para convertir la alfalfa en caramelos no es complejo. Cuando llegan a la fábrica, un grupo de operarios se ocupa de desarmar los rollos o fardos y coloca la alfalfa sobre una enorme y ruidosa línea de producción que del otro lado expulsa los pellets de alfalfa concentrada. No hay agregados ni nada por el estilo. Solo calor y compactación.

“Esto es un cubo de alfalfa. Nosotros compactamos, pero a través de las matrices en vez de salir un pellet sale un  cubo chiquitito, que mide alrededor de 5/6 centímetros de largo por 3 centímetros de ancho. Por ende tiene una fibra, de alrededor del 4%, que es muy importante para el animal equino o bovino”, nos contó Serrano.

Otra ventaja de este proceso de compactación es que los fletes se abaratan a la mitad, pues finalmente un equipo carga el doble de alfalfa de la que llevaría sin compactar.

“La idea de instalarnos en San Juan se tomó por dos razones. Una es que lógicamente estamos bastante cercanos a Chile, a unos 500 kilómetros. Hacia allá exportamos el 85% de nuestra producción. El otro motivo es que San Juan tiene temperaturas que rondan los 30 o 35 grados en la temporada del cultivo. Por eso tiene una alfalfa muy rica en proteínas. Es una alfalfa premiun”, indicó el directivo.

En su primer año de actividad, la fábrica de Forrajeros arrancó con algunos tropiezos. “Debido a la sequía e incendios, la alfalfa ha alcanzado precios bastante mas altos de lo normal”, admitió Serrano. Ellos no producen alfalfa propia sino que compran todo a terceros. “Hasta ahora la oferta alcanza. Este país es muy rico y tiene más oferta que Chile”, agregó.

Entre abril y diciembre de 2020, primer ciclo de producción, la planta de cubitos de alfalfa produjo cerca de 4 millones de kilos. Para este año piensan llegar a 10 millones. Y todavía así, habrán logrado cubrir el 70% de la capacidad instalada. El techo parece lejos.

Créditos Bichos de Campo

 

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