AgroMoll Tapa Superior

Tras los pasos del General. Fascinante experiencia de un grupo de navarreros en la Cordillera

Guillermo Ibarra

La gigantesca y grandiosa cordillera de los Andes tiene aromas de Libertad, esencia de patriotismo e imágenes imborrables de José de San Martin y su ejército Libertador. Esto es lo que atrae y moviliza a cualquier argentino a querer escalarla y cruzarla.
Es por esto que un manojo de vecinos Navarreros pertenecientes al conocido grupo de marcheros de las 40 leguas que siempre están en pos del tradicionalismo y las cruzadas a pata de caballo, emprendimos este gran desafío. Hablamos de Juan Carlos Parenti, Nazareno Traboni, Willy Acuña, Juan Miguel Giles y Pichi Brescia, a quienes se nos sumaron Maximiliano Galnarez, oriundo de Sol de Mayo hoy radicado en Lobos y Juan Domingo Mandy amigo de Giles de los pagos de Torres, en la ciudad de Luján. El destino fue la provincia de Mendonza, más precisamente la ciudad Malargüe, donde el pasado 4 de Febrero partimos rumbo a tremenda odisea. «Cabalgata Gauchos de Mendoza» es una familia Malargüeña que organiza la travesía por campos montañeses que le pertenecen a ellos por varias generaciones. El paraje «Las Loicas» es el punto de encuentro y el inicio de la marcha, ahí se distribuyen los caballos para cada participante y se dan las pautas y requisitos que cada uno debe obedecer para emprender la cruzada.
Ahora si se acaban las palabras, las suspicacias y las especulaciónes hay que montar a caballo, hacerse amigo de él y comenzar a subir la montaña. El primer tramo te acerca y te amiga con la montaña y el paisaje, la altura poco a poco se te va metiendo en el cuerpo como una sensación de que sos parte de la inmensidad cordillerana. El Cerro Negro de Agua Clara es el primer alto en la huella, almuerzo al pie de un pequeño hilo de agua que vierte de las entrañas del cerro; ahí pastan los caballos y nosotros empezamos con las experiencias impensadas: tomar agua fresca, pura y cristalina directamente de entre las rocas, así nos hidrataríamos a lo largo de cinco días, ya la montaña y sus maravillas comenzaban a ser vitales para nuestra estadía. El ascenso fue constante y pronunciado, las cenizas volcánicas nos daban la bienvenida acariciando bruscamente el rostro y el calor seco cuyano nos cambiaba el tono pampeano de nuestra piel . El Cajón de Pichi era la morada para nuestra primera luna cordillerana, un gran espacio verde cortado al medio por un arroyo fresco y cristalino donde nos refrescaríamos nosotros y las bebidas con las que combatiríamos el frío nocturno y repentino que se plantaba con la caída del sol. Un gran domo sería el refugio para la primera noche, la única que no estaríamos cara a cara con un cielo colmado de estrellas.
La segunda jornada se ponía en marchahacia el refugio El Trolón; la pendiente hacia la cima ya era bien pronunciada y el viento comienza a jugar continuamente con nuestros sombreros, pero la adrenalina empezó a mezclarse con el viento, una imponente y rocosa montaña se plantó frente a nuestra senda. Ahora sí que llegó el momento de caminar por ripios, precipicios y piedras inquietas, la experiencia de los baquianos comenzó a jugar. Los caballos mostraron su habilidad y destreza para tranquear sobres las únicas y pequeñas sendas rocosas que decoraban un infinito y pronunciado precipicio. Después de luchar con el vértigo y la sosobra, el refugio nos dio un resuello para juntar energías y luego de echar un bocado continuar viaje hacia el límite internacional de Argentina y Chile.
El Descabezado es el volcán Chileno que regó de cenizas gran parte de la Cordillera Mendocina. Está enérgicamente plantado custodiando su límite y parece no permitir que la atraviesen. Una torre metálica emerge en las cenizas volcánicas para marcar con un cartel en la cima el territorio Chileno y el Argentino. El lugar es propicio para tomar la foto más impactante, pero aquí hubo un detalle impensado para todos en este grupo de veinte aventureros; había dos héroes contemporáneos de estos tiempos, dos veteranos de Malvinas que posaron al pie de la torre con la bandera Nacional; esto provocó emoción y el aplauso de todos los presentes. Eran nuestro Juan Carlos Parenti y Alejandro Arroyo, compañero de compañía en aquel año 1982. Cada uno tomó su imagen junto al mojo y emprendimos el regreso al refugio El Trolón.
Al tercer día la jornada sería con un trayecto mucho más corto, más plagado de paisajes verdes con larguísimos arroyos y gran cantidad de animales pastando en los cajones. Una gran cascada corta el paisaje montañés para albergar la tercera luna bajo el abrigo de las estrellas de la Vía Láctea, todo era imponente, aunque ese día los más imponentes fueron los chivos a la parrilla que preparó José Mendoza, el baquiano dueño del territorio donde cabalgamos. Junto a su hija Ana fueron los guías y encargados de alimentarnos, también participó del asado de los chivos Héctor Moreno, baqueano dueño de los caballos , encargado de ensillar y alistar a cada uno. Él contó con la ayuda incansable de Santy y Juan Gabriel Moreno. Estos baqueanos también se encargaron de transportar sobre el lomo de tres mulas, las provisiones necesarias para que soporten veinticinco personas, cinco días en la montaña.
Cuarto día rumbo a la última noche en la montaña, otra vez a subir los precipicios montañeses con rumbo a Ciudad Escondida ( el viento y las cenizas volcánicas dan forma imaginaria de calles y avenidas a un emplanado desierto). Otra vez el domo en el Cajón de Pichi nos daba la bienvenida para despedir las mágicas noches al aire libre. Esto se festejó a lo grande, un buen estofado, canciones, versos, lágrimas y también los duendes del alcohol hicieron lo suyo con algunos personajes. Último tramo, cuerpos cansados, asoleados y con esquirlas de apunamiento. Quedaron atrás las pendientes el vértigo, los lagos y los cajones. Después de cinco días volvíamos a ver civilización y sobre todo para muchos, volvía la señal (cuanta magia, cinco días sin un mensaje o llamada que interrumpiera un jugoso momento). Final del periplo «Las Loicas», fue la incertidumbre del comienzo y la tristeza de que ya estaba todo casi terminado. Digo casi terminado, porque ya no había caballos, ripios y cenizas sólo quedaba la cena de despedida. El señor Facundo Mendoza nos agasajó en su casa con un gran asado donde cada uno de nosotros contó cómo fue su experiencia. Brindamos, lloramos y nos despedimos. La magia del General se nos metió en el alma y por un momento nos sentimos igual que sus soldados, ya que los Mendoza hace un tiempo sufrieron una usurpación extranjera en el refugio El Trolón y les plantaron un hotel móvil que necesitó de un centenar de mulas para instalar. Después de dos años de lucha legal, lograron sacarlos. La crudeza de la montaña y la poca rentabilidad ganadera los alejó del rubro, entonces fue ahí que se le metieron. Ahora el turismo rural les permite tener sus tierras ocupadas y vigiladas por esos este manojo de navarreros que de algún modo por cinco días, fueron el ejercito Libertador de los Mendoza y aportaron lo suyo para mantener libre de usurpadores nuestro territorio cordillerano.

VIVA LA PATRIA ARGENTINA ..

Noble gaucho montañés
de laderas y cajones,
de ripios cenizas mojones
de esfuerzo que nadie ve.

La montaña parece que se fue
en una albarda por engaño
y la recuperaste paisano
por tus ancestros luchadores
que dejaron los cañadones
al cuidau de este baquiano.

Anduvimos por Las Loicas,
por Pichi y El Trolón
honrando la tradición
de paisanos Mendocinos.
Mis versos son como un trino
en esta tierra cuyana,
una pasión nos hermana
y a esta herencia se aferra
festejó que los Mendoza
recuperaron sus tierras …

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