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Martín «Tincho» Díaz, aspirante a guardavidas: «Somos gente a la que no se ve, pero estamos siempre ahí»

Guillermo Ibarra

Martín «Tincho» Díaz es un navarrero más de los que se decidió por una carrera que no es de las más comunes, o de las más elegidas. Tiene que ver con dar todo de uno mismo para ayudar a los demás, y tal vez un poco más que eso; significa en muchos casos, arriesgar su propia vida en pos de solucionar la del prójimo.

Martín tiene actualmente 21 años. El hijo «del Caja» y Natalia para muchos, Tincho para sus amigos y conocidos y seguramente, en un lapso de tiempo no muy lejano, «el pibe que me salvó la vida» para algunos otros. En febrero de 2024 comenzó a cursar formalmente en la Escuela AMGAA de Merlo ( Polo Gral. Las Heras), alternando tres días de pileta con dos de físico. En lo que respecta a las actividades acuáticas, nos cuenta que tiene clases de natación y salvamento aplicado (rescates) y la parte física se compone de ejercicios de fuerza en general y carrera. La parte teórica se rinde en la ciudad de Merlo una vez al mes.

«Durante todo el año nos enseñan tomas, zafaduras, técnicas y en la parte teórica, lectura del mar, tratamiento de las aguas, R.C.P., primeros auxilios y todo lo necesario para estar siempre preparados. Rendimos exámenes dentro y fuera de la pileta y hay además una salida de aguas abiertas en la que todos los días entrenamos en el mar y en la arena en doble turno», señala Martín en comunicación con nuestra revista.

Los aspirantes son examinados en cuanto a sus estilos, practican remolque de personas y tienen prácticas muy exigentes y severas. «Ir a la costa es lo más esperado por la mayoría. Se comienza a trabajar con desconocidos y de a poco todo eso se convierte en amistad», agrega. Martín ya ha sido parte de dos rescates, asistiendo a personas en situaciones particulares, pero insiste en que su función principal, no es esa como siempre se ha señalado, sino la prevención. Actualmente ya finalizó de la mejor manera las seis guardias en el mar y le restan unas trece de pileta. Una vez concluídas, deberá rendir el final de pileta nadando en tres estilos, ser parte de simulacros de rescate con y sin elementos y practicar flotación forzada.

«Es muy duro pero a la vez muy hermoso» remarca Martín. «Hay que vivir entrenando, cuidarse en las comidas y prepararse mentalmente, pero la familia y los amigos lo hacen todo más llevadero», señala. Y con respecto a lo que para él significa haber elegido este camino, finalizó de la siguiente manera: «Es algó único, se aprende muchísimo, se concientiza muchísimo. Es una carrera no muy común, somos gente a la que no se ve, pero estamos siempre ahí. Esto te marca, nunca me lo voy a olvidar. Los aplausos de la gente, sus consultas y el día a día en general son muy gratificantes».

Por Guillermo Ibarra.

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