AgroMoll Tapa Superior

SOANA volvió una noche. 40 años en una noche fantástica

Guillermo Ibarra

Como se preveía. Los recuerdos brotaron, las risas entre viejos conocidos se multiplicaron, «la mejor música» volvió a sonar y los más grandecitos, nos desoxidamos un poco. La familia Zaremba preparó todo con mucho esmero, no quedó detalle por revisar y fue entonces que pasadas las 0,30, Navarro rememoró todo lo bueno «de aquella época». La época en que vimos a Mario Sapag, a Los Pericos, a Edie Sierra, la época de las camisas leñadoras, la época en la que previo al ingreso, indefectiblemente pasábamos a comprar chiclets por el «Kiosco de Tutú». Podría seguir referenciando que éramos tremendamente felices y esperábamos cada sábado como si fuese el último y que no queríamos que nunca llegara el momento en que se encendían las luces blancas indicando el final de la noche. Luego llegó el tremendo láser y las interminables noches de verano con amigos.

El tiempo pasó y Soana un día cerró sus puertas, pero lo que nunca quedará en el olvido es nuestra felicidad de compartir allí cada fin de semana. Miles de anécdotas merecían volver a ser contadas, temazos que inexorablemente debíamos volver a escuchar, amigos a los que sin dudas teníamos ganas de volver a abrazar. Y anoche ocurrió todo y aunque pasó demasiado rápido, por arte de magia nos sentimos nuevamente dueños de ese lugar, tan dueños como los verdaderos, que anoche encabezados por Roberto, la descosieron. Gracias por tanto y ojalá ocurra lo que alguien señaló sugirió por ahí al verme cerca de la cabina….»decile a Roberto que esto tiene que hacerse más seguido». Que siga la fiesta…

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